miércoles, 6 de noviembre de 2024

El poder del dinosaurio

Vivimos en el fraude
Hasta que nos topamos en una vitrina de improviso con la realidad.

Fascinante paradoja Joaquin:

En "Dieguitos y Mafaldas", encontramos a Sabina de 50 años celebrando un romance con una joven de 19 ("20 años cosidos a retazos"), donde todavía juega al seductor, al aventurero. La letra está llena de vitalidad, deseo y arrogancia ("Sus huesos son sobrinos de mis huesos").
Es el Sabina que aún se permite jugar a ser el eterno adolescente, el que persigue amores imposibles.

En contraste, "Sintiéndolo mucho"
el envejecimiento.
abandona el seductor admite vulnerabilidad
 ("Aunque al fusil ya no le queda ni un cartucho").

La paradoja:
primera canción pretende escapar de su edad en romance juvenil
segunda canción encuentra dignidad "envejecer sin dignidad"

El poder del dinosaurio
reírse de si mismo.


lunes, 4 de noviembre de 2024

Arte Óptico

En un estado casi ketamínico caí rendido, nervioso, alterado
la perseguí con mente y cuerpo,
con mirada discreta que no pudo contenerse.

La lente de mi cámara la siguió,
capturando solo su espalda fugitiva,
imagino perfiles que no logran artraparla
ni en cuello ni en piel.

Pequeños regalos imprevistos.

Lo tengo claro como el agua cristalina:
no existe posibilidad alguna, pero no me importa nada.

Todo en ella es precioso:
 el perfil dibujado en el aire, la sonrisa que ilumina espacios,
 el cabello que danza como mi teoria robada de las bandadas.

Lo verdaderamente esencial yace
en lo que hace: su arte visual premiado.

Su belleza aritmética
esa dulce necesidad de existir
como prueba viviente de que cualquier desamparo
puede cobijar un poema peligroso.

Las revoluciones ya no rugen

Las revoluciones ya no rugen desde las grandes avenidas,
sino que susurran en las conversaciones cotidianas,
en los patios escolares, en las huertas comunitarias,
en los círculos de lectura.

La transformación social contemporánea
se teje en la escala de lo íntimo,
en esos espacios donde nuestras manos
tocan directamente la realidad:
el aula donde enseñamos,
la cooperativa que integramos,
el centro cultural que habitamos.
Son cambios moleculares,
 casi imperceptibles
nuevas formas de relacionarnos,
de cuidarnos mutuamente. 

Somos testigos de una especie de pandemia de la desconexión
el empobrecimiento del pensamiento.
Son dos fuerzas opuestas
operarando simultáneamente:
una teje pacientemente vínculos
construye sentido desde lo pequeño,
otra erosiona velozmente el tejido social
 a través de la desinformación,
el individualismo feroz
y la pérdida de la capacidad de diálogo.
Lo más perturbador es la velocidad con que se propaga
esta segunda fuerza:  la estupidez.