Anoche soñé con Pezoa, no con el poeta,
con el profesor que hizo que las matemáticas se fueran para siempre sin haber llegado,
estaba su hija
con su presencia precisa, perfecta con su matemática sonrisa
como si lo supiera todo
ya constituida como Pilar.
Desperté con el sueño
allí dando vueltas
luego junte estas palabras para reunir lo que recordaba de Pilar.
Descubrí: lo primero que me gustó de las mujeres en la escuela
la primera escuela
era su letra
armada, continua, circular, clara
capa tras capa
como una guía práctica de cómo convertirse en planta o en piedra
con toda la infantería de Manuela.
Ese misterioso lugar que anida a una primera mujer.
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