Gordo tremendo , inmenso, gigante como la cordillera.
Niño como el planeta al que llegaste.
Sumaria bonos para ser Dios y pedir unos minutos más a tu lado, saber una y otra vez y otra vez de tus historias. Aprender una y otra vez la técnica infalible de besar los párpados.
Saber una y otra vez tu vida de artista acetato, militante socialista, sindicalista y preso político.
En el exilio, me salvaste la vida cuando me llevaba el mar entre sus brazos en tus brazos, en las arenas de Acapulco.
Hoy invoco al mismo océano para que me otorgue uno de los tres deseos que aún no pido para nadie.
Luego te pedí fueras mi padrino y tú orgulloso fuiste testigo de ese amor.
Recuerda fue hermoso no tiene precio ese honor.
Subiste a ayudarme con el abigeato, le contaste las más grandes historias a Carlitos, ayudaste a sembrar esos cerros de memoria y buen humor allí dónde nacen las manzanas.
Pronto partí al Canelo, allí estuviste; luego partí a las vertientes allí estuviste.
Me acompañaste a todos los puertos, costas y sitios con mujeres y hombres de mar que pudimos visitar.
En cada rincón de un voto de cada elección - sin ponernos de acuerdo - nos pillaba la historia allí arriba donde nace el Maipo y sus mostos.
Negro padrino querido
tan fuerte, tan sensible, tanto que queda aún...
Debes llevarte a tu velador la poesía que nos haces vivir cada vez que nos cocinas.
Aquí estamos padrino llegando por primera vez al templo de dioses y diosas de cualquier color o latitud, universo de versos para implorar para que te quedes solo un poquito no más. Aquí estaremos y sin duda vamos al mismo lugar.
Te quiero mi negro lindo.
30 de junio 2021